En el cambiante panorama marítimo actual, la OTAN enfrenta una necesidad crítica de una Estrategia Marítima renovada para alinearse efectivamente con la dinámica cambiante descrita en el Concepto Estratégico 2022. 

La estrategia actual, estancada durante más de 12 años, ya no se corresponde con las complejidades geopolíticas actuales y carece de referencias a adversarios clave como China y Rusia, destacados como amenazas importantes en documentación estratégica reciente.

El entorno marítimo estratégico ha sido testigo de cambios alarmantes: desde las resurgentes amenazas submarinas de Rusia en el Atlántico Norte hasta los ataques contra infraestructura crítica del Mar Báltico por parte de China o Rusia y la persistente amenaza al comercio marítimo en el Mar Negro debido al conflicto en Ucrania. 

Al mismo tiempo, la concentración naval del Mediterráneo oriental debido al conflicto de Israel, la militarización de Rusia en el Ártico y la asertividad de China en el Mar de China Meridional plantean riesgos sustanciales, que podrían derivar en conflictos con vecinos regionales.

La tarea urgente que enfrenta la OTAN implica diseñar una estrategia integral que examine los escenarios regionales actuales relevantes para la seguridad aliada, delinee amenazas, desafíos y objetivos estratégicos, y reestructure la configuración de los Grupos Marítimos Permanentes (SNMG) de la OTAN. 

Al enfatizar la necesidad de una respuesta personalizada a las amenazas modernas, la estrategia debe trascender los modelos de flotas tradicionales para contrarrestar eficazmente las amenazas contemporáneas de misiles y drones.

Fundamentalmente, la estrategia debe abordar las amenazas marítimas que plantean China y Rusia, salvaguardar la infraestructura submarina crítica y revitalizar la industria de la construcción naval dentro de los países miembros de la OTAN. 

Debería delinear vías para mitigar las escaladas con estas potencias revisionistas, evaluar posibles adquisiciones de puestos navales, proteger la infraestructura submarina y reforzar los esfuerzos de modernización naval.

Además, las lecciones del Reino Unido y Francia en la protección de infraestructuras críticas y la incorporación de tecnologías de vigilancia modernas, como los buques de vigilancia oceánica multifunción (MROSS) de la Royal Navy, deberían guiar estos esfuerzos. Abordar importantes déficits en la industria de la construcción naval, resultantes de la reducción del gasto militar y la reducción de las flotas, será crucial para rejuvenecer las capacidades navales.

En resumen, el llamado a una nueva estrategia marítima es un requisito urgente y crítico para la OTAN. No adaptarse rápidamente podría comprometer sustancialmente los intereses de seguridad de los aliados en los años venideros.

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