El ejército estadounidense llevó a cabo otro ataque contra un sitio controlado por los hutíes en Yemen el sábado, apuntando a un lugar que consideraban que representaba una amenaza para los buques comerciales en el Mar Rojo. Esta acción se produjo tras una serie de ataques aéreos de Estados Unidos y Gran Bretaña contra los rebeldes hutíes el jueves.
El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a todas las partes a “no agravar aún más la situación” después de los ataques iniciales, que alcanzaron 28 lugares y más de 60 objetivos, y el presidente Joe Biden advirtió sobre la posibilidad de nuevos ataques contra los hutíes.
La decisión de atacar nuevamente se produjo después de que la Marina de los EE. UU. emitiera una advertencia el viernes, advirtiendo a los buques con bandera estadounidense que evitaran áreas específicas en el Mar Rojo y el Golfo de Adén durante las próximas 72 horas después de los ataques aéreos iniciales.
Los hutíes habían prometido represalias, aumentando las tensiones en una región ya acosada por la guerra entre Israel y Hamas en Gaza.
El ejército estadounidense y funcionarios de la Casa Blanca dijeron que esperaban que los hutíes intentaran contraatacar.
Según los hutíes, cinco personas murieron y seis resultaron heridas en los ataques iniciales. Estados Unidos atacó 28 áreas diferentes controladas por los hutíes en dos oleadas de ataques.
Irán criticó el ataque y el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Nasser Kanaani, afirmó que los ataques arbitrarios sólo contribuirían a la inseguridad y la inestabilidad en la región.
Mientras los manifestantes se reunían en Teherán el viernes, quemaban banderas británicas, estadounidenses e israelíes mientras coreaban consignas condenando a las tres naciones por los ataques.
En una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, el embajador ruso Vassily Nebenzia acusó a Estados Unidos, Reino Unido y sus aliados de “flagrante agresión armada” contra Yemen, advirtiendo que una escalada continua podría conducir a una catástrofe en toda la región de Medio Oriente.
En respuesta, la embajadora de Estados Unidos, Linda Thomas-Greenfield, y la embajadora del Reino Unido, Barbara Woodward, defendieron los ataques como actos de autodefensa y enfatizaron la necesidad de reducir las tensiones, en particular por parte de los hutíes que estaban poniendo en peligro las líneas navieras internacionales.
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