La mayoría de los pedidos son de cannabis y teléfonos móviles, pero también de kebabs, salchichas, cuchillos de cerámica o libros religiosos. Las entregas son cada vez más precisas, señalan.

En plena noche, un dron sobrevuela una cárcel en el sur de Francia y deja caer, en secreto, paquetes para los reclusos. Pero uno de ellos se queda atorado en la barandilla de la ventana de una celda y los guardias se apoderan de otros tres.

En toda Francia, los presos han estado haciendo pedidos por internet para que drones les lleven ilegalmente de todo, desde drogas y teléfonos, hasta su comida rápida favorita, a menudo justo delante de su ventana.

La entrega fallida en el sur de Francia a principios de 2023 llevó a las autoridades a desmantelar una empresa llamada “Drone2France” que había estado entregando mercancías a más de una docena de prisiones en Francia y Bélgica.

Desde finales de 2022 hasta diciembre de 2023, los reclusos habían estado haciendo pedidos a través de la aplicación de redes sociales Snapchat, pagando un promedio de 450 euros (490 dólares) por paquete, con un peso máximo de 350 gramos. El proveedor de servicios exigía un pedido mínimo de cuatro paquetes por entrega.

Otro montaje llamado “Air Colis” (“Paquete aéreo”), descubierto en el oeste de Francia en septiembre, movía contrabando metido en calcetines. Y en otro incidente en el sur de Francia, las autoridades encontraron paquetes que contenían más de 100 gramos de cocaína y 700 gramos de cannabis.

Los guardias de prisiones afirman que se realizan cientos de entregas de este tipo al año. “No hay día en que no sobrevuele un dron, ya sea en el continente o en los territorios de ultramar”, afirma Dominique Gombert, del sindicato de guardias de prisiones FO Justice.

El año pasado se detectaron más de 1.000 drones sobrevolando centros penitenciarios, 400 de los cuales fueron “bloqueados”, según una fuente cercana al caso.

Entregas cada vez más precisas

La administración penitenciaria no respondió a una petición de comentarios de la AFP, pero los representantes sindicales proporcionaron detalles sobre el funcionamiento de los envíos de drones.

Wilfried Fonck, secretario general de otro sindicato de guardias de prisiones llamado Ufap-Unsa Justice, dijo que las entregas eran cada vez más precisas. “Lo hacen casi hasta una ventana”, dijo Fonck.

La mayoría de los pedidos son de cannabis y teléfonos móviles, pero también de kebabs, salchichas, cuchillos de cerámica o libros religiosos, explicó. Los servicios de entrega se anuncian directamente en las redes sociales y pueden recoger la mercancía a través de un amigo o familiar de un recluso.

Cabe señalar que la mayoría de los drones son de los más pequeños que se venden por internet, por lo que los paquetes no pueden ser demasiado pesados. Por lo general, el operador del dron suele estar situado en un radio de dos a cinco kilómetros de la prisión, con cómplices vigilando.

El dron suele volar con todas las luces apagadas, guiado por una luz que el recluso ilumina desde su ventana. Así sólo tiene entonces que estirar el brazo a través de los barrotes para recogerlo.

Al haber menos guardias por la noche, hay menos posibilidades de ser capturado: “Como mucho, se pueden realizar registros sorpresa a la mañana siguiente”, explica Fonck. Pero eso a menudo resultaba complicado porque quienes almacenaban el contrabando solían ser los reclusos más discretos.

Deutsche Welle

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